Ella es como una sirena tierra adentro.
Él no deja de mirarla.
En el escenario, ella se descalza y sus pies y sus brazos nadan en la luz -ahora verde, ahora ámbar- de las lámparas.
Ella canta y enamora.
Él pierde la cabeza por ella y busca entre las cuerdas la música que quiere regalarle.
Sentados cerca uno del otro, visitan sin moverse lugares de sal y sueños, en un continuo camino hacia el origen desde donde vuelven bañados de mar.
Y es entonces cuando ella mueve en el aire las manos, que parecen mariposas, y las de él encuentran dunas que acaricia en el hueco sin fondo de las guitarras.
Mirando hacia el sur caminan desiertos milenarios, que arden, y es su música de agua la que cae en esta hora abrasada, como un manto de plata brillada que alivia minerales.
¡Que no se vayan! ¡Que no se los lleve nadie! Que quiero escuchar caracolas desde esta butaca, y que continúen el sonido del mar y las cumbres de la ola entrando temblando por la ventana.
(Es importante que este vídeo se escuche en las mejores condiciones de audio posibles; si tu equipo no las alcanza, utiliza cascos, y disfruta de esta música asombrosa. Y no dejes de visionar todos los videos de su canal. Tenemos que ser muchos los que disfrutan con la música y las maneras de La Casa del Mar, solo así conseguiremos que sigan regalándonos minutos soñados.)