miércoles, 8 de agosto de 2012

Viaje a mi patria

Nos vamos de vacaciones al norte en busca del verde frescor de Galicia y de la arena blanca de las playas del Cantábrico. Además, yo voy al reencuentro con mi patria literaria; con los olores y los gestos que mis antepasados dejaron prendidos al paisaje y a las cosas y al aire que habitan la casa de la abuela y de mi infancia.

Siento una extraña alegría. Y la ilusión de compartir con mi compañera de vida tanta patria. Y la vida vivida.



La parra verde de la puerta

sombrea el campo en verano.

La leña seca parece más seca.

Luego, en invierno, volverá a gritar en el fuego

la inapreciable vida que conserva.


Y cuando prenda la llama en la húmeda corteza

será blanco el humo sobre el tejado negro.


Entonces es cuando todos en la aldea 

saben que la abuela ha hecho la lumbre.


[De , El instante impreciso 5, página Fotografía, blog INéDITO]



sábado, 4 de agosto de 2012

Los colores del agua

Siguiendo con el proyecto La historia que no se ve, Alfaro me envió una fotografía en la que aparece el otoño avanzado, con toda la majestuosidad que aporta el silencio de la naturaleza en este momento casi invernal; el silencio de la pausa de la vida, del reposo necesario; de la muerte que no es muerte, sino vida que espera, quieta y callada, la hora festiva de la primavera que llegará. 
   Una vez más, el proceso y edición a los que Alfaro somete sus fotografías nos dejan ver el aire y la intimidad más profunda de lo retratado, porque Alfaro retrata la naturaleza, y nos la entrega así, sin estridencia y en silencio.

La historia que escribí para acompañar a esta imagen es también pausada y silenciosa; el recuerdo de algo íntimo; la voz del abuelo que ya no está: la muerte que no lo es porque perdura la vida en la enseñanza regalada al nieto. Y los colores. También aquí callados en un silencio de pañuelos perdidos o guardados en el baúl (metáfora de la memoria y los recuerdos). Y los ojos de las truchas como símbolo del mirar, del percibir de la Naturaleza, y por tanto del mirar y percibir del Hombre. Un mirar que ha de aprehenderse; una lección para el espíritu aquí libre y grande de la infancia.

Una lección que el artista Gonzalo Torné tiene bien aprehendida bien adentro. De ahí el festival de color en sus obras, que nacen de respuestas del espíritu cuando Torné le toma la lección.
     Es la suya una pintura colorista y rotunda, no callada, como no podía ser de otra manera: la voz alegre de la alegría de vivir. 

Todo esto, y el afecto que siento por Gonzalo Torné, me llevaron a dedicarle este cuento.


miércoles, 1 de agosto de 2012

Esto ya es otra cosa

He seguido con Issuu porque me permite publicar desde allí en otras páginas, y porque serán estos los archivos de algunos cuentos que pasaran a .epub. De momento he maquetado así: