Este es el título con el que mi amiga, la pintora Begoña Antúnez, presentó su obra en la sala de exposiciones del JMS. En el montaje nos conocimos, y le dediqué un ejemplar de Mal momento. Días después, desde Mexico DF, me escribía un correo que he publicado en este mismo blog. Tanto me gustó, y tanto le agradecí sus palabras.
Volvimos a vernos después, cuando se acercó a desmontar la exposición. Entonces le dije que le haría un regalo. Por entonces yo ya había escrito una breve reseña de la exposición: B.A. presenta 25 cuadros de pequeño y mediano formato que suponen una muestra de su trabajo como pintora, en el que utiliza el acrílico sobre tabla con una técnica más propia del óleo, consiguiendo así texturas muy personales que aportan a su obra una interesante singularidad.
A medio camino entre lo figurativo y la abstracción, Begoña se siente cómoda y libre, y es así como aparece el color, que todo lo inunda en esta muestra llena de vitalidad e imaginación, y que permanecerá abierta al público en la sala de exposiciones del Edificio Municipal Joan Manuel Serrat hasta el próximo día 29.
Ella también escribe. Me ha enviado dos buenos cuentos. Y viaja, viaja constantemente. Para dejar de hacerlo tendría que despedirse. Y es acaso por permanecer tantas horas en el aire, que le atraen las estrellas. Y las pinta. También pinta flores, que le brillan como estrellas. Y esferas, muchas esferas que seguramente se encuentra en los otros viajes de su imaginación, desde donde desciende cargada de intenciones. Y se pone y pinta cómo arde el desierto.
Me atrajo fotografiar su obra, y luego grabé unas tomas para confeccionar un clip. Ese era mi regalo.
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