jueves, 20 de octubre de 2016

Paciencia


Hace tiempo que no entro por aquí. Paso temporadas en las que me aburre hasta el hartazgo la estupidez y la ignorancia que se albergan en la Red. El periodismo digital parece estar dispuesto a despeñarse; le importa tanto la inmediatez, que se queda en el rumor y trabaja solo para conseguir el titular más escabroso y amarillo, olvidando la noticia. Y esto parece que está contagiando también al periodismo en todos los medios. Que sea así, no me sorprende. Es fácil concluir que en un país en desmedida involución como es ahora el nuestro, los medios de comunicación se abaraten en contenido y en forma. De todo esto, estoy harto; nunca me atrajo el patio de vecinos.

Al nuevo periodismo le pasa lo que a los malos cantantes, que en lugar de interpretar, de “decir la canción” con buen gusto, con clase y sensibilidad, se limitan a gritarla. En eso se han convertido los titulares, en gritos. Y mi oído se queja y yo me aburro. Aunque me niego a resignarme, y continuaré leyendo los periódicos, a diario, como he venido haciendo hasta ahora. Y continuaré enchufado a la Red.

Para conseguirlo, he tratado de convertir este asunto en tema de estudio. Y, mira por dónde, me he enganchado. Y como por supuesto sé que lo que está pasando no es que al periodismo actual le falte formación, vocación o talento, he decidido armarme de paciencia y esperar. Esperar para comprobar cómo, cuando salgamos de esta crisis moral y cultural que atravesamos, será en el periodismo, en el buen periodismo, donde vislumbraré las primeras señales de recuperación social.

La espera será sin duda proporcional al tiempo que tarde el Poder en darse cuenta de que lo que está haciendo ahora, ya lo ha hecho en otros momentos de la Historia; y siempre acaba convenciéndose de que llega un momento en el que tiene que aflojar la soga, porque si no, pierde más de lo que gana. Ya son mucho más ricos los ricos; ya se han hecho ricos muchos que no lo eran. Ya se han aprobado leyes crueles que amordazan, que liquidan, que retrasan el crecimiento moral y económico de los de abajo. Y esto siempre pasa factura. Una factura que los gobiernos, las multinacionales, los todopoderosos, no están dispuestos a pagar. Son a los que menos les gusta perder. Los de abajo ya estamos acostumbrados, y soportamos lo inimaginable.


Así que eso, paciencia. Mientras tanto, me dedico a observar cómo, cuándo, por qué y dónde se atisban las señales, las primeras señales del cambio.

4 comentarios:

  1. Profunda reflexión que comparto plenamente. Desgraciadamente los medios, incluso aquellos que se consideran "serios", van entrando en una dinámica de conseguir una exclusiva o bien realzar interesadamente una noticia y da igual que sea sobre política, social, económica, deportiva etc., a consta de obviar, o lo que es peor, ocultar lo que realmente importa.
    Y lo peor es que no veo intención, por parte de los que en mayor medida pueden, de tomar algún tipo de medida para paliar esta situación, parece que no interesa.
    Un saludo.

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    1. Gracias por tu comentario. Como decía, no nos queda más que la paciencia. Saludos.

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  2. Paciencia, Manuel, paciencia. Verdad que el bosque no permite mirar el árbol. Siempre tuve claro que había más de mentira que de verdad en todo esto, pero actualmente me he vuelto absolutamente escéptica. Sencillamente, todo es mentira. A ver si algo o alguien, o el mismo tiempo, logra hacerme ver y sentir la verdad.
    Un artículo magnífico que muchos debieran leer y reflexionar.
    Un abrazo con mis felicitaciones.

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    1. Yo siempre he sido escéptico; pero cuando el escepticismo me pone de mal humor, trato de encontrar otro camino, porque no quiero permitir que me malhumoren. Ya sé que tú también sabes de cómo hacer esto. Un abrazo.

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