Esta es la foto del proyecto La historia que no se ve que menos comentarios ha suscitado. También es verdad que aún no ha sido publicada en el blog del libro, pero este es el momento en el que considero importante detenerme en este asunto.
Sin duda, al tratarse de un retrato en el más completo sentido de la palabra referida a la fotografía, los observadores puede que consideren que poco más han de decir. En este retrato, para mí magnífico, aparecen las figuras de dos hombres, y con ellas su mirada y su actitud vital; los rodea un espacio, un decorado, que no solo habla por sí mismo, sino que además enriquece y completa el significado. El concepto de retrato referido al primer plano del rostro hace tiempo que ha quedado obsoleto. En la actualidad se le pide al retrato, como categoría fotográfica, que aporte mucho más y más allá del semblante del personaje retratado; se le exige, entre otras cosas, que el encuadre muestre con claridad un entorno que, a priori, sea significativo por lo que cuenta y aporta al conocimiento expuesto del personaje retratado. En este sentido son ya muchos los "nuevos" maestros del retrato; aunque en realidad hace siglos que el "retratista", entonces pintor y no fotógrafo, ya llegó a la misma conclusión (no hay más que observar, por ejemplo, la obra de Velázquez).
Y para mí, observador que además ha de enfrentarse a escribir la historia que no se ve en la fotografía, me ha ocurrido algo parecido: me quedé sin comentarios, sin descripción. Esta foto es, aunque no la primera del libro, un verdadero retrato de personaje; y es más verdadero porque aquí los retratados aparecen en un entorno que les es propio y por lo tanto cargado de su experiencia vital, de su manera de ser y estar en la vida. Además, estos personajes retratados no son del todo ajenos al fotógrafo; él conoce sus nombres y bastante de sus vidas; de alguna manera, los quiere. Y esto es fundamental si pretendemos observar una imagen más allá de su calidad desde el análisis puramente técnico; y sobre todo es fundamental para mí, que he de enfrentarme a ella como escritor y no como experto ni como crítico de la fotografía en cuestión.
En el proyecto que supone La historia que no se ve me adentro en la ficción para imaginar una historia, procurando siempre que el objeto de inspiración no sea otro que la propia fotografía. En esta ocasión ha sido diferente. Así lo expuse en la entrada anterior de este blog, y creo que el comentario de Ciso y mi respuesta concluyen lo que pretendo decir ahora: